Comunicación y activismo en la era digital: ¿favorecen el statu quo?
- Activados Team
- 31 may 2019
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 12 jun 2019
MOVIMIENTOS POLÍTICOS Y TECNOLOGÍAS DIGITALES
Las redes sociales facilitan los movimientos políticos que no atacan al sistema, pero perjudican a aquellos que pretenden un cambio real. Este es el resultado de una investigación española que analiza las relaciones entre la comunicación y el activismo en la era digital.
En países democráticos occidentales, con medios de comunicación libres y potentes, las redes sociales ocupan un lugar importante: son la principal fuente que posibilita que todos los usuarios accedan, generen y suban contenido fácilmente. Un estudio realizado en Madrid, España, publicado en la revista Icono 14, indica que el activista digital actual rechaza los vínculos fuertes, las jerarquías y al que quiera ser líder, mientras que en las generaciones pasadas era lo que posibilitaba el triunfo de un movimiento político y/o social.
En los últimos 10 años, las redes sociales pisaron fuerte en la Argentina: en solo cuatro países del mundo, la población consume más redes que acá. El desarrollo de los medios masivos permitió que la información política se volviera accesible para todos los grupos sociales, pero tienen dos desventajas para una verdadera revolución: por un lado, proponen relaciones débiles; por otro, carecen de organización jerárquica potente.

A lo largo de la historia, las revoluciones humanas exitosas tuvieron como núcleo principal el estar compuestas por personas con un alto grado de fuertes lazos. El activismo que desafía a los poderes establecidos es de alto riesgo, por eso es un fenómeno de vínculos fuertes. “En Twitter uno puede seguir o ser seguido por gente que capaz nunca vio en su vida. En Facebook, uno tiene miles de “amigos”, cosa casi imposible en la vida real”, explicó José Eduardo Jorge, profesor e investigador en la Universidad Nacional de La Plata. “No es lo mismo un amigo real y consolidado que un amigo en Facebook que no se conoce”, completó.
En los medios de comunicación no hay jerarquía ni liderazgo: un blog puede ser más seguido que un medio tradicional y desaparecer semanas después. Al mismo tiempo, los movimientos en las redes no están controlados por una autoridad central, no tienen un líder y tampoco hay una jerarquía de contenido establecida. Es imposible atribuir el mérito o la culpabilidad de lo que ocurre a una sola persona.
Poco importan las redes sociales mientras no se busque un cambio de sistema o no se necesite pensar estratégicamente. Si lo único que se propone es asustar, humillar o provocar escándalo, las redes son eficientes. Pero cuando uno se enfrenta a un sistema organizado, hay que ser jerárquico. Es decir, es necesaria la figura de alguien con enorme carisma que alimente constantemente el espíritu de lucha para lograr organización y colaboración.
Si bien potencian el activismo y ayudan a comunicar en un mundo individualizado, las redes sociales no pueden sustituir a la lucha en las calles. “Las nuevas tecnologías son muy útiles, pero sin el trabajo en el mundo real no sirven de nada”, explicó Isidro Braillard Poccard, consultor en estrategias de comunicación política. Hay dos decisiones cruciales: descentralizar el movimiento a otras ciudades y saltar de Internet a las calles.
La unión de las protestas virtuales, junto a las acciones reales es lo que provoca que los medios tradicionales se fijen en los movimientos y permitan que tengan éxito. El poder de los movimientos políticos no viene de que en sus inicios sean mayoritarios, sino de su capacidad para que unos pocos persuadan con sus argumentos a la mayoría y que puedan ser incorporados al ideario de partidos políticos para gobernar.

Florencia Garcilazo.
(011) 1530403758
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